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Fecha: 01/03/2005 fuente: DIARIO MONTAÑÉS
FOMENTO DEBE DAR RESPUESTAS (LA MINISTRA DE FOMENTO VISITA CANTABRIA)
FRANCISCO COLSA LLOREDA/VICEPRESIDENTE DE LA ASOCIACIÓN PARA LA DEFENSA DE LOS INTERESES DE CANTABRIA (ADIC)

   

    En 1948 se elaboró el Plan de Ordenación Económica y Social para la entonces denominada provincia de Santander. En él se recogían siete actuaciones básicas para resolver el estrangulamiento infraestructural de Cantabria. Eran las siguientes:

-1. Electrificación del tramo de la vía férrea Santander-Reinosa

-2.Construcción de una doble vía Santander-Torrelavega

-3. Construcción de los tramos pendientes del ferrocarril Santander-Mediterráneo.

-4. Construcción del Aeropuerto de Santander.

-5. Construcción al sur de la bahía de Santander de nuevas dársenas.

-6. Balizamiento para el establecimiento de un hidropuerto al sur de la Bahía.

-7. Mejora general de la infraestructura viaria cántabra.

Diez años después, momento en el que se puede decir que concluyó la etapa de autarquía, sólo los dos primeros objetivos se llevaron a cabo. El tercer objetivo no llegaría nunca a concluirse, el cuarto y quinto no llegaron hasta décadas más tarde y del séptimo se puede decir que hasta hace bien poco no se mejoró la red viaria autonómica. Es de agradecer confirmar como, situándonos en una época donde las autopistas eran un lujo fuera del alcance del Estado y los trenes de alta velocidad eran una utopía, los autores del plan dieron de lleno con los problemas de infraestructuras que afectaban a Cantabria. Pero dar con los problemas es relativamente sencillo; lo realmente trascendente es llevar adelante los objetivos con políticas de acción concretas. Como el lector podrá comprobar en un ligero ejercicio de memoria, no hubo posibilidad, por el motivo que fuera, durante las largas décadas del franquismo, de solucionar los problemas de Cantabria.

Con esta situación heredada entramos en un nuevo tiempo político -el actual- donde las perspectivas de modernización se tornan en realidades. Mientras la tecnología avanza se va dotando al conjunto del Estado de una nueva red viaria basada en autopistas y autovías, se mejoran los puertos y aeropuertos y se trazan líneas de ferrocarril adaptadas a la nuevos conocimientos. Cantabria avanza con los tiempos, se mejoran el puerto y aeropuerto santanderinos, se lleva a cabo la Autovía Santander-Torrelavega, se empieza a trabajar en la Autovía del Cantábrico..., pero la velocidad no es la adecuada: los problemas infraestructurales no se solucionan y se convierten en endémicos. Cantabria observa cómo su crecimiento es negativo, cómo languidece su economía, cómo se estanca el desarrollo; mientras, florece en las comunidades de nuestro entorno una nueva red viaria, nuevos puertos y aeropuertos, planes de desarrollo...

Desde el advenimiento de la democracia los cántabros asistimos a continuas promesas y a muy pocas soluciones. Los gobiernos centrales se frotan las manos al comprobar como nuestros sucesivos gobiernos autonómicos, lejos de demandar o exigir, acatan órdenes que demoran año tras año las soluciones infraestructurales. Por dejación o por omisión no se concretan plazos. La nulidad de nuestros gobiernos propicia que Cantabria empiece a andar en 1995, casi tres lustros después del acceso a la Autonomía, momento en el que se lleva a cabo el punto 7 del plan de 1948, la renovación de la red autonómica, y se empiezan a demandar más infraestructuras. Ese período lo aprovechan muy bien los distintos gobiernos de González, con ministros como José Borrell, Julián Campo o Javier Sáenz de Cosculluela, para excusar inversiones en Cantabria.

A partir de 1996, instalados los 'populares' en el gobierno del Estado, todo hace pensar que las cosas pueden cambiar, pero supone más de lo mismo. No obstante, el retraso acumulado para con Cantabria obliga a tomar partido en acciones más concretas, aunque aplicando también alguna 'triquiñuela'. Con Arias Salgado como ministro de Fomento se acuerdan las obras de la Autovía de la Meseta en 1999 -fruto también de los acuerdos de gobernabilidad del PRC con el PP-, en las que se engaña de nuevo al pueblo cántabro con plazos de ejecución imposibles -el retraso es evidente y muy probablemente hasta finales de 2006 no veamos finalizada la autovía a su paso por Cantabria-. Se presentan también nuevos proyectos, como la Autovía Dos Mares, que su sucesor en el cargo, Álvarez Cascos, liquida nada más llegar al cargo, o importantísimas obras ferroviarias de gran magnitud, que el tiempo demuestra su electoralismo y escaso rigor -de hecho se presentan proyectos sin estudios previos-...

Los desplantes hacia Cantabria los igualan los 'populares' con sus antecesores socialistas: se engaña premeditadamente con los plazos y con los proyectos, se aceleran trabajos cuando conviene, se presentan grandes obras en período electoral para luego archivarlas en cajones sin fondo. Llegados al día de hoy, al ciudadano cántabro le cabe preguntarse: ¿Hasta cuándo podemos aguantar?

Cantabria, bien entrado el siglo XXI, ya no demanda. Es hora de dar un golpe en la mesa. Cantabria exige. Reclama completar de una vez su red infraestructural, los accesos viarios al Mediterráneo por medio de un nuevo trazado, la conclusión de la Autopista de la Meseta en sus tramos castellanos, la finalización de la Autovía del Cantábrico, la concreción de un tipo de ferrocarril competitivo que nos una primeramente con Madrid y Euskadi, la inversión en nuevas infraestructuras portuarias, la mejora de servicios aeroportuarios, la reducción de tarifas en determinados vuelos.... Pero además, el pueblo cántabro requiere concreciones, plazos. No nos valen más excusas porque estamos cansados de oir siempre el pretexto infraestructural como nudo para el desarrollo. Llevamos demasiado tiempo escuchando lo mismo porque mientras unos buscan nuevas alternativas a lo que ya tienen, nosotros todavía no hemos llegado siquiera a poder plantearlas porque no hay nada realmente.

Los cántabros estamos muy hartos. La titular actual de la cartera de Fomento debe saber que la sociedad cántabra exige plazos y pactos, no nos vale con buenas intenciones-hemos derrochado la nuestra durante décadas-, demandamos soluciones y hechos de manera inmediata. Y eso se lo deben hacer ver, en primer lugar los responsables políticos del pueblo cántabro -tanto en el ámbito autonómico como en el estatal- y, si es necesario, en segundo lugar, la propia sociedad civil de la manera que ella crea conveniente, no descartando incluso las movilizaciones, porque hablamos de justicia, de redistribución, de futuro, de identidad..., hablamos de la dignidad de Cantabria, de un pueblo que ya está cansado de oír pretextos que aplacen constantemente la puesta a disposición de medios para poder desarrollar su futuro.


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