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Fecha: 07/06/2011 fuente: ADIC
MILES DE PERSONAS EN LA 34 EDICIÓN DEL DÍA INFANTIL DE CANTABRIA
Éxito de público y organización del 34 Día Infantil de Cantabria. Miles de personas abarrotaron la campa de La Magdalena en Santander, escenario de una multitudinaria y popular romería.

 

 Niños ataviados a la vieja usanza, grupos de trajes típicos y de folclore, chiquillería, mucha chiquillería, pero, sobre todo, padres, muchos padres, abuelos y personas mayores.
Y es que el Día Infantil de Cantabria acaba convirtiéndose, por obligación, en el Día de la Familia. Los niños acuden porque los llevan sus padres y los padres van porque quieren ir los hijos. Y juntos disfrutan de una jornada en la que no faltan actividades deportivas, culturales, musicales, de ocio y hasta culinarias. Y sobre todo, de exaltación de lo autóctono, que es el verdadero fin que persigue la Asociación para la Defensa de los Intereses de Cantabria (ADIC), con la colaboración del Gobierno de Cantabria, Obra Social de Caja Cantabria y Ayuntamiento de Santander.
Esta fiesta anual volvió a congregar a miles de personas dispuestas a empaparse de cantabricidad, a disfrutar de las tradiciones vernáculas y, sobre manera, a pasar una jornada de asueto donde primaba el acento regional.

 

 

 

La pradera de la campa de La Magdalena tardó en animarse del todo. La concurrencia demoró su llegada, quizá hasta comprobar que el cielo gris con que amaneció el día no era más que eso, un dibujo y no una amenaza de agua. Seguramente por eso en esta edición -y ya van 34- no hubo aquellas escenas de familias enteras cargando con mesas, sillas y sombrillas hasta ocupar todo el recinto.

Sí hubo un incesante goteo de gente a la Península, gente curiosa con ganas de disfrutar de cuanto se exponía y exhibía, y de gente implicada con ganas de dar a conocer a niños y jóvenes, y no tan jóvenes, las tradiciones de la tierra.
«Yo sé que cada primer domingo de junio se celebra esta feria, y desde hace veinte no he fallado ni uno». Primero, por su cuenta, y después con su mujer y con los dos hijos que fueron llegando con el tiempo, explica César, un fiel asistente a estos festejos desde Renedo de Piélagos, a quienes les va este ambiente festivo «con sabor a romería» regional.
También asiduos se califican Teresa y Rafael, un matrimonio santanderino que disfrutaba de cómo Vicente Cano, un diestro artesano de Voto, daba forma a un tronco de madera hasta convertirlo en yugo. «Esto es madera de nogal. No es fácil encontrarla, queda poca», señalaba mientras tallaba.
Su puesto, en el que ofrecía y mostraba relieves y escudos, era uno de los que componían el paseo central entre el que paseaba y curioseaba el gentío. La oferta del 'mercau' era bien amplia, con más de cuarenta stands. Abundaban las tiendas de gastronomía, desde las de dulces, sobaos, quesadas o bollos, a las de productos salados, con las anchoas como reinas.
Pero se encontraban asimismo puestos de helados, de quesos de todos los sabores, tamaños y texturas. También una sidrería, la que elabora zumo de manzana en Renedo, tenía su clientela. Pero al margen de lo culinario, había una digna muestra de la artesanía regional, con cerámica y trabajos en madera, de la música regional y de libros de clara temática cántabra.

 

 

 

 

 

En aquella multitudinaria romería no faltó la música. Mejor dicho, no paró de sonar la música. La que se generaba en el escenario principal con motivo de actuaciones y danzas en directo, y la que resonaba como telón de fondo, un ambiente en el que se entreveraban sonidos de gaitas, de panderetas, de zamarrones con sus cencerros, de tambores...
Sólo durante unos minutos volvió el silencio a la campa. Fue con motivo del izado de la bandera, uno de los actos principales del Día Infantil, y para permitir que el himno que interpretaron los gaiteros se alzara del mismo modo que ascendían por el mástil la bandera autonómica y el lábaro que habían portado un grupo de niños, a los que acompañaron los Zamarrones de Piasca y gente ataviada de trajes regionales. El presidente de Cantabria en funciones, Miguel Ángel Revilla, y el alcalde de Santander, Íñigo de la Serna, presidieron la ceremonia, junto a Carlos Alútiz, máximo responsable de ADIC.
A partir de entonces, el Día Infantil cogió carrerilla. Aquel acto fue una especie de pistoletazo al que siguieron sin parar muestras de trajes típicos, danzas, bailes, cuentacuentros o exhibiciones de deportes rurales, zona ésta última de las más concurridas por la mañana para ver cómo se ejecutaban el salto pasiego, el porte de cántaros con agua o el corte de troncos.
Las dos mil raciones de langostinos y chorizos con pan que preparó la organización se agotaron como se acabaron las actuaciones en el escenario principal, tras una larga sesión de grupos de danzas y musicales para dar paso a un homenaje al folclorista Marcos Bárcena, a la actuación de éste con Miguel Cadavieco, y a la del grupo Luétiga con el que se signaba un multitudinario punto final a este Día Infantil. Los más pequeños habían tenido tiempo previamente de disfrutar, cansarse o agotarse tras participar en sesiones de cuentacuentos, de teatro de guiñoles, de concursos de graffitis sobre temática cántabra, de un 'grand prix' o en un concurso de tareas rurales o el pasacalles de los seres de la mitología cántabra.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

  


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