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Fecha: 27/04/2009 fuente: MEDIOS DE COMUNICACIÓN
ADIC CONMEMORA EL 30º ANIVERSARIO DEL IZADO DE LA BANDERA OFICIAL DE CANTABRIA.
ADIC junto al Gobierno de Cantabria han realizado un emotivo acto de conmemoración del 30 aniversario del izado de la Bandera Oficial de Cantabria. Durante la celebración, se escucharon los discursos de Bernardo Colsa, Presidente de ADIC, y del Miguel Angel Revilla, Presidente del Gobierno de Cantabria. El momento solemne del izado correspondió al histórico militante de ADIC, Luis Crespo.

 

  COMUNICADO DE PRENSA OFICIAL DEL GOBIERNO DE CANTABRIA: El Presidente animó en la conmemoración al 30 aniversario del izado oficial de la bandera regional a reafirmar el presente de la región y apostar por el futuro para superar la crisis.

Revilla afirma que "Cantabria está orgullosa de ser Cantabria" y su identidad es "irreversible". Santander- 27.04.2009

"Cantabria está orgullosa en estos momentos de ser Cantabria y los cántabros, también". Son palabras del Presidente regional, Miguel Ángel Revilla, durante el acto conmemorativo del trigésimo aniversario del primer izado oficial de la bandera cántabra, organizado por la Asociación para la Defensa de los Intereses de Cantabria (ADIC), que reunió el sábado en el patio exterior de la sede gubernamental de Peña Herbosa a varios centenares de personas para rememorar la historia de la Comunidad y exaltar los valores del pueblo cántabro.

  

 

Cientos de personas se dieron cita en el acto conmemorativo.

Según afirmó el Presidente, la identidad de Cantabria es "irreversible" y hablar hoy en día de una autonomía, un himno y una bandera es "obvio". Sin embargo, recordó que hace tres décadas la situación era muy diferente y se preguntó, incluso, "qué generaciones" habitaron en la región durante siglos que fueron "capaces de perder el carné de identidad, de perder el nombre más glorioso de todo el territorio español, que ya se pronuncia en Roma 300 años antes de Cristo, que da nombre a un mar y que quisieron para sí los vascos, porque era una patente de historia y de lucha de un pueblo aguerrido".

Revilla señaló que aquella circunstancia siempre le produjo un sentimiento de "indignación" y la "necesidad de luchar" por recuperar la identidad perdida, cuya "clave" fue, a su juicio, la creación de ADIC, en 1976. "Fue la espoleta y el origen de una andadura maravillosa", dijo.

Asimismo, recordó que entonces "los vientos no eran favorables" y surgieron numerosas voces discordantes, pero -agregó- "en ADIC éramos gente convencida y luchadora, y la mancha de aceite se extendió por toda la región".

El Jefe del Ejecutivo se enorgulleció de la extensión del sentimiento cantabrista y destacó la importancia de transmitir a las generaciones futuras el sentido de la bandera, el lábaro o cualquier expresión que reafirme la identidad regional.

También hizo alusión en su intervención a la crisis económica. En su opinión, es "fundamental" mantener el orgullo de ser cántabros, reafirmarse en el presente de la Comunidad y apostar por su futuro, porque "Cantabria cuenta" y es una región "orgullosa de su historia, acogedora, no xenófoba y profundamente española". "Ese binomio de cántabro y español es lo que nos tiene que identificar y dar pasaporte para el futuro", añadió.

Finalmente, recordó a algunas de las personas que participaron en la lucha por la autonomía desde ADIC, como Eduardo Obregón o Ignacio Gómez Llata ‘Tatito’, para quienes tuvo palabras de agradecimiento. El Jefe del Ejecutivo concluyó su discurso con un "viva Cantabria y viva España".

 

 

Luis Crespo y Miguel A. Revilla izan la Bandera Oficial de Cantabria.

Por su parte, el presidente de ADIC, Bernardo Colsa, aseguró que el primer izado oficial de la bandera inició un "apasionante reto" de construcción de la autonomía cántabra, reto que, a su juicio, hoy en día sigue presente. Colsa destacó que el avance producido en estos años es "indiscutible" y agradeció a todas aquellas personas que entonces apostaron por la reivindicación de la identidad de Cantabria y su personalidad histórica y cultural.

Por último, el presidente de ADIC subrayó que la bandera de Cantabria aglutina a todos", independientemente del lugar de procedencia y de la ideología.

El acto

El homenaje a la insignia regional congregó a numerosas autoridades, como los consejeros de Cultura, Francisco Javier López Marcano; Desarrollo Rural, Jesús Oria, y Obras Públicas, José María Mazón, y el alcalde de Santander, Íñigo de la Serna, además de varios diputados regionales.

 

 

Iñigo de La Serna, Alcalde de Santander, Ignacio Diego, Diputado Regional, Paco Sierra, Concejal Ayto. Santander, los Consejeros Mazón, Marcano y Oria, Rafael de la Sierra, Diputado Regional.

 

Tras la intervención de Revilla y Colsa, el propio Presidente y el veterano militante de ADIC Luis Crespo izaron la bandera conjuntamente, al son del Himno de la Comunidad Autónoma, interpretado por el Coro Ronda Altamira. A pesar de que el primer izado oficial se realizó el 26 de abril de 1979, día en que se constituyó la Asamblea de Parlamentarios, Luis Crespo fue la primera persona que elevó la enseña cántabra, de forma no oficial, en octubre de 1978, escalando la fachada de la sede de la antigua Diputación Provincial al finalizar una de las manifestaciones que tuvieron lugar en aquella época para reivindicar la autonomía cántabra, de ahí que su presencia haya tenido un alto componente simbólico.

  

Las Bandas de Gaitas Vicaruela y Garabanduya actuaron en el acto.

 

  Discurso realizado por el Presidente de ADIC, Bernardo Colsa, durante el acto de conmemoración del 30 aniversario del izado de la Bandera Oficial de Cantabria (25 de abril de 2009):

 

Bernardo Colsa durante su discurso, detrás Luis Crespo, Miguel A. Revilla y Carlos Ruiz.

“Hoy nos hemos reunido aquí, en la sede del Gobierno de Cantabria, para celebrar una fecha especial. Tal día como hoy hace treinta años, en 1979, la enseña autonómica ondeó por vez primera de manera oficial en nuestra Comunidad. Queremos agradecer, antes de nada, la deferencia del propio Gobierno encarnado en su Presidente, Miguel Ángel Revilla, que comprendió la importancia de este aniversario, asumiéndolo con prontitud.

Es un acto destacado y digno de celebrar porque el reconocimiento oficial de este símbolo marcó un antes y un después en la bimilenaria historia de Cantabria. El proceso histórico que culminó el 26 de abril de 1979 con el izado de esta bandera, daría paso a un apasionante reto en el que todavía estamos implicados, la construcción de la Cantabria Autónoma.

Muchas fueron las generaciones de cántabros que ansiaron ver, de una manera u otra, la plasmación de una solución política y territorial para Cantabria. No hace falta rememorarse mucho en el tiempo. La secular costumbre de autogobierno, plasmada de múltiples maneras, culminó en Puente San Miguel a finales del siglo XVIII con la aprobación de las Ordenanzas de Cantabria, dando paso a un fenómeno cultural de primer orden, el remanecer cántabro, donde autores e intelectuales de la talla de José María de Pereda, Menéndez Pelayo, Amós de Escalante, Ángel de los Ríos, Gumersindo Laverde, Eduardo de la Pedraja, Casimiro Sainz, Agustín Riancho, Augusto González Linares o Enrique Diego Madrazo, por citar algunos, un siglo después de las históricas Juntas de Puente San Miguel, demostrarían que el marco de la Provincia de Santander estaba desfasado. Ellos glosaron costumbres y tradiciones de nuestra tierra y dieron pie a la búsqueda de una solución política, económica y social a la situación de la Cantabria de la época.

Ellos propiciaron la apertura de un debate descentralizador en el conjunto del Estado que reconociera la singularidad de Cantabria desde una perspectiva cultural, social, económica y también política. Ese cantabrismo cultural consiguió la conciliación de las dos cantabrias, superó el desencuentro del mundo urbano con el rural y ya en el primer tercio de siglo XX, tras debates intensos, fecundos y rigurosos,  los partidos políticos tradicionalistas, regionalistas,  socialistas, federales e incluso la Iglesia Católica, con figuras tan destacadas como Escagedo Salmón, coincidirían en la necesaria salida autonómica de Cantabria, cada uno con sus matices. El cantabrismo consiguió superar los prejuicios del mundo urbano hacia el mundo rural y unir a todos los cántabros en el ideal autonómico.

Lamentablemente, una cruenta contienda bélica impediría cristalizar el autogobierno cántabro. Pero sólo serían cuarenta años de letargo. En 1976, una nueva generación de cántabros retomaría el ideario cantabrista. Surgiría la Asociación para la Defensa de los Intereses de Cantabria (ADIC) un colectivo transversal fundado entre otros por el actual Presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla en el que paulatinamente se integrarían numerosas personas procedentes de distintos ámbitos políticos, sociales y culturales, muchos de los cuales están aquí presentes, ya sea detentando un cargo de responsabilidad público o como ciudadanos de a pie.

La identidad cántabra, la voluntad del pueblo cántabro a favor del reconocimiento a su  diferencia y en pos de la búsqueda de soluciones de gobierno, sólo estaban adormecidas. Esos paisanos, nucleados en torno a ADIC y a otros colectivos conseguirían despertar la conciencia del pueblo cántabro, reclamarían su reconocimiento y conseguirían, tres años más tarde, enarbolar la bandera que hoy homenajeamos.

Se superaron no pocas dificultades, pero por fin, el 26 de abril de 1979, con el izado de la bandera blanquirroja, se culminaría un proceso de reivindicación de trascendencia histórica que plasmó una generación de cántabros a los que hoy miramos con orgullo y agradecimiento. El izado de la bandera significaba el imparable camino hacia la consecución de la autonomía ya a comienzos de 1982 con la aprobación de un Estatuto que, aunque inicialmente no colmaba las aspiraciones de los cántabros, sí permitía avanzar en una nueva senda histórica, la de la Cantabria Autónoma, en la que hoy seguimos inmersos y que ha posibilitado que vivamos el mejor momento de nuestra historia.

Comparemos la Cantabria de hoy con la de hace treinta años y reflexionemos. El avance es indiscutible. Cómo no vamos a agradecer de manera sincera y concluyente el esfuerzo de esa generación de cántabros que hace treinta años apostó por la reivindicación del ideal cántabro, por la dignificación y reconocimiento de nuestra personalidad histórica y cultural. La voluntad de esas personas nos llevó a dotarnos de un nuevo marco jurídico, el Estatuto de Autonomía, un instrumento clave para entender la trascendencia de aquella decisión. Lo que hoy somos, una sociedad próspera, se lo debemos al Estatuto, una maquinaria de primer nivel al servicio de la sociedad para salvar las dificultades y afrontar los retos de la modernidad. Precisamente en estos momentos que vivimos, no obstaculicemos pues su desarrollo porque en él está la clave para conseguir mayores cuotas de bienestar.

Vamos a proceder con el izado de nuestra bandera mientras se interpretan los acordes del himno de Cantabria. Lo haremos con honor y responsabilidad porque lo que hoy elevamos al cielo de Santander no es un simple trapo de colores ni se entona una canción cualquiera. Los pueblos, a  veces de manera espontánea y otras en virtud de determinados acontecimientos históricos, asumen como expresión de su identidad símbolos, ya sean banderas, himnos u otros, que dan cuerpo a los sentimientos de solidaridad y a la voluntad de pervivencia de sus miembros.

Cantabria también. A lo largo de nuestra historia, los cántabros hemos expresado nuestra personalidad con himnos que, en oportunidades distintas, han servido de expresión a esa identidad simbolizando nuestra existencia como pueblo. Y con igual naturaleza y propósito han sido utilizados otros  como la bandera, expresión también de los mismos sentimientos.  La enseña que ahora izaremos nos aglutina a todos, independientemente de nuestro lugar de procedencia e ideología. Pudiera haber sido otra, pero daría igual, porque lo importante no es el diseño o el color; lo que importa es su significado: la identificación del cántabro con la propia Cantabria. Precisamente por ello, no se puede obviar la cada vez mayor presencia de simbología cántabra diferente de la oficial y usada de manera espontánea, consecuencia inevitable de la consolidación autonómica.

La bandera que en breves minutos ondeará es propiedad de todos y su uso nadie se lo puede arrogar en exclusiva. En ella se ve reflejada la voluntad de los cántabros de querer seguir siendo cántabros. Merece el máximo de los respetos, el mayor de los honores y una alta consideración. Su homenaje nunca es una vuelta atrás ni una revisión del pasado. Estamos aquí gracias al esfuerzo de mucha gente que hoy ya no está con nosotros y que no pudo ver en vida su sueño, el de una Cantabria próspera y autónoma. Hoy somos lo que somos por todos aquellos que nos precedieron, que no lo tuvieron fácil. Honrar nuestra bandera es honrar a nuestros ascendientes, a aquellos que nos abrieron las puertas de un  futuro esperanzador, sin prejuicios, a aquellos que nos legaron un mañana libre de recelos, de aldeanismos provincianos, a aquellos que nos indicaron el camino a seguir para avanzar en la construcción de una Cantabria libre de complejos, con personalidad, orgullosa de su pasado, de su historia, de sus costumbres, de sus tradiciones, de sus hijos más afamados y de sus hijos más modestos; una Cantabria autónoma capaz de aportar sus inquietudes y sus reflexiones en el contexto constitucional y democrático en el que nos desenvolvemos y encontramos acomodo, capaz de afrontar los retos del futuro en un contexto de integración internacional y de  búsqueda de un futuro en paz, armonía y solidaridad entre los pueblos.

Esta bandera es de todos, sin exclusiones. Su homenaje es sincero, real, premeditado e incluyente. Lo hacemos con amor, cariño y respeto a nuestras instituciones; lo hacemos abierto a todos, a los que en su momento apostaron por Cantabria, a aquellos que luego se sumaron de manera inevitable al proyecto común y a aquellos que, a pesar de todo, siguen negando la evidencia de este éxito colectivo. 

Pero en especial lo hacemos a los primeros, a los que apostaron por Cantabria porque treinta años después, se reafirma y confirma su discurso: tenían razón. Aquellos que como Miguel Ángel Revilla, por citar la figura más relevante, decidieron dar un paso adelante; aquellos que como Luis Crespo creyeron en Cantabria y se liberaron de cualquier tipo de corsé para encaramarse al balcón de la Diputación y colocar nuestra bandera cuando estaba prohibida. Entonces igual no eran conscientes, pero esa determinación de ayer es hoy, con el juicio del paso del tiempo, mucho  más que un mero gesto simbólico: fue el momento que abrieron las puertas del futuro de Cantabria.

En ellos se refleja la voluntad del pueblo cántabro por conquistar su futuro. Por ellos, por todos. Viva Cantabria”.


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