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Fecha: 19/05/2004 Tipo: TRIBUNA LIBRE

LA NECESIDAD DE UN PARQUE TECNOLÓGICO EN CANTABRIA

   LA NECESIDAD DE UN PARQUE TECNOLÓGICO EN CANTABRIA

 En la  primavera de 1998, la vigésimo tercera Asamblea General Ordinaria de la Asociación para la Defensa de los Intereses de Cantabria aprobó una ponencia que establecía las bases para la ubicación de un parque tecnológico (PT) o científico (PC) en Cantabria. En ella se fijaban los distintos parámetros que debían de tenerse en cuenta para que el PT se estableciera en nuestra Comunidad como un instrumento capaz de promover la creación, a nivel local, de un entorno social y económico  que favoreciera y estimulara la innovación- tanto en las organizaciones públicas como en las privadas ya existentes-, que apoyara la creación y el nacimiento de nuevas actividades empresariales y, finalmente, que promocionara la localización de empresas exógenas.

Con la idea de considerar un PT para Cantabria como un instrumento de desarrollo e incluso de ordenación del territorio y del propio empresariado, acudimos a distintas instituciones autonómicas sin recibir ninguna respuesta. Hoy, seis años después, nuestro gobierno llevará a cabo la construcción y desarrollo del parque; las dudas de ayer se disipan y nadie se cuestiona que este tipo de instalaciones suponen un claro beneficio para el desarrollo general de Cantabria.

Sin embargo, aún no sabemos exactamente qué es lo que se pretende o cómo se aspira a utilizar el parque para que suponga “algo” beneficioso. Algunos comentan con grandilocuencia – y a nuestro juicio sin cautela- la cantidad de puestos de trabajo que se pueden crear, otros que es un modelo que se encuentra en nuestro entorno y que Cantabria no puede quedarse al margen …… Pero muy pocos están dando en lo que nosotros creemos que es la clave: la apuesta por un determinado modelo para conseguir unos determinados fines. Aún desconocemos el modelo que queremos.

Y es que resulta sorprendente que en 2004 sigan vigentes muchos de los análisis económicos realizados en Cantabria durante las dos últimas décadas del siglo pasado y que se resume en el siguiente argumento: la actual situación económica de Cantabria no es más que el reflejo de la falta de actuaciones políticas concretas por parte de los distintos gobiernos autonómicos y del estado que se manifiestan en la falta de un proyecto global para Cantabria de desarrollo económico, social y cultural. Y esa pasividad ha instaurado una política de hechos consumados fundamentada en la “turistización” de la economía.

          Haciendo un breve repaso a la actuaciones de nuestros gestores, se puede asegurar que hoy heredamos  la falta de compromiso por afrontar los estrangulamientos sectoriales derivados del desarrollo de los sesenta, que produjo en los setenta -empujados por la crisis mundial- una desinversión y desvertebración en el sector industrial  y que, junto a las políticas de  reindustrialización de los ochenta y la irrupción de un nuevo orden mundial, no cristalizó en nada concreto en la transición a la nueva economía de los noventa. Y ante el desmoronamiento de los sectores primario e industrial y la falta de dinamismo de los servicios, Cantabria buscó su  desarrollo económico por medio de políticas de terciarización turística y de construcción especulativa.

Hoy, las consecuencias son evidentes y en cierto modo dramáticas: Cantabria está hipotecada a centros decisión alejados y se ha asumido una conciencia de subsidiariedad que, a su vez, incide en una falta de dinamismo que ya de por sí era importante. Hoy, el crecimiento económico se fundamenta en los índices de ocupación turística y en el crecimiento de la construcción especulativa a costa de la civil. Hoy se ven las consecuencias de no haber querido ver que en nuestra Comunidad existían un gran número de empresas en sectores en claro declive. En su momento no se emprendieron acciones para modernizarlas y hoy recogemos cierres, regulaciones

         Pues bien, nosotros consideramos que Cantabria esta ahora ante un gran reto. Siendo conocedores de nuestras miserias y asumiéndolas, sólo resta, que no es poco, reubicarnos y redefinirnos en el contexto global de una economía internacionalizada, de un mundo interconectado y de un entorno competitivo y exigente. Es hora ya de afrontar los problemas estructurales de Cantabria. Y el establecimiento de un PT puede o, mejor dicho, debe ayudar.

Creemos que después de más de veinte años de andadura autonómica, Cantabria necesita explicitar un modelo de desarrollo económico que, a nuestro juicio,  potencie  el impulso intersectorial y que se enmarque en un proceso de índole subjetivo que, por anecdótico, no deja de ser importante: la autoidentificación del cántabro con su identidad pues, a medida que ésta avance, crecerá la conciencia de que es desde Cantabria y por los agentes cántabros donde tienen que arrancar las soluciones y las planificaciones que posibiliten nuestro desarrollo económico y, como consecuencia, social.

         En Cantabria es hora de que nos preguntemos dónde queremos llegar, pero sobretodo, como queremos o podemos llegar a la meta marcada. A la primera pregunta hay fácil respuesta y un consenso generalizado: la mayor cuota de bienestar posible. Pero ¿qué política aplicar para conseguirlo?; ¿qué instrumentos utilizar y cómo para llegar al objetivo final?

         Consideramos que el “abc” de nuestra economía pasa por los  archisabidos planteamientos siguientes:

- El sector primario debe estructurarse y hacerse competitivo aprovechando las nuevas tecnologías y las condiciones óptimas de Cantabria para convertirse en un centro de aprovechamiento de sus recursos.

         - Ante un sector industrial en claro declive, se deben ofrecer las condiciones que propicien la atracción de inversiones públicas y privadas, con el fin de facilitar una reindustrialización basada en sectores del futuro.

         - El terciario debe buscar su desarrollo dentro del amplio abanico de ofertas que admite, sin olvidar que tiene cierta obligación en orientarse de una manera eficaz hacia los anteriores sectores, pues de lo contrario, no se originará una riqueza real para el conjunto de la economía.

 

         Y dado  el contexto económico, social, político e incluso cultural en el que estamos, conseguir estos objetivos pasa, a nuestro juicio, por potenciar la I+D+i y dirigirla hacia el sector empresarial, ya que tanto el tejido industrial como la ganadería, agricultura y servicios necesitan acciones correctivas.

         Pues bien, una de las herramientas para satisfacer ese objetivo de conseguir las mayores cuotas de bienestar puede ser el establecimiento de un Parque Tecnológico ó, en menor dimensión, de un Parque Científico, que no es lo mismo. Ambos son, como decíamos al principio, instrumentos generadores para estimular la innovación. Serían instrumentos de desarrollo que contribuirían a potenciar las actividades empresariales existentes - incrementando su productividad-  y a la creación de nuevos productos y procesos, de los que podrían surgir nuevas empresas. Y además, en consecuencia, ayudaría la instauración de nuevos mercados.

         Cantabria hace tiempo que posee las condiciones mínimas exigidas para el establecimiento de una tecnópolis: núcleo urbano de suficiente dimensión, medio ambiente de calidad, infraestructuras mínimas, buena situación dentro del arco atlántico. Un Parque cambiaría la dinámica que hasta ahora ha llevado Cantabria, contribuyendo no sólo a traer nuevas empresas, sino indirectamente, a mejorar la atractividad del conjunto de la Comunidad y aumentar las expectativas de nuestra población, aumentando la autoconfianza.

         Se trataría de provocar una reconversión  en las estructuras sociales básicas de Cantabria. Se alcanzaría un alto nivel de cooperación por parte de las empresas locales, un mayor compromiso del capital público para concretar infraestructuras, un cambio en la formación y educación de los jóvenes que vayan a acceder al mercado laboral, una mayor implicación del capital privado a través de la creación de sociedades de capital-riesgo, una implantación de nuevas ofertas educativas y un cambio en la mentalidad social, más cosmopolita, abierta al mundo y en constante movimiento.

         Y aunque para establecer esta tecnópolis se exigiría una fuerte inversión, el esfuerzo creemos merece la pena. No obstante, no tiene porque necesariamente crearse un PT. Se podría empezar por un Parque Científico, que necesita una inversión mucho más baja, pues los PC no son más que la localización en un mismo punto de los departamentos y laboratorios existentes de manera que se aumente el flujo de relaciones entre ellos y que, a la vez, ofrezcan un perfil de suficiente viabilidad para las empresas que facilite las relaciones con los  investigadores.

         En los PC, los recursos tecnológicos son básicamente locales o regionales, así como sus interlocutores, por lo que no se exigirá en un primer momento promoción en el exterior, sino intensificar las medidas internas que creen el contexto en el que se pueda llevar a cabo su misión, que no es otra que servir a las necesidades de las empresas del entorno. Si todo esto concluye con éxito, el parque científico se transformará en tecnológico, porque la actividad investigadora generará iniciativas empresariales, las empresas existentes que colaboren con los laboratorios querrán localizarse  cerca de ellos y el lugar será atractivo para que se localicen empresas del exterior a medida que su actividad se acreciente, lo que le irá dotando cada vez más de mayores ventajas competitivas locacionales. Efectivamente, se trataría de una reacción en cadena.

         Pues bien, demostrado que estas infraestructuras son buenas e impulsoras del desarrollo, hay que saber en qué entorno estructural y competitivo nos movemos. Esa es la clave. Por eso, y volviendo al principio del artículo, Cantabria, sin renunciar a nada, no debe obsesionarse en competir, sino buscar primeramente el fin intermedio del parque, que no debe ser otro, como venimos diciendo, que la reestructuración de nuestro tejido productivo con una mirada fija en el entorno que permita desarrollar de forma dinámica nuestro modelo. No se trata de imitar; se trata de explicitar un plan peculiar y llevarle a cabo como apuesta.

         Cantabria debe autoanalizarse y dejar de vivir en el limbo del bucolismo. Cantabria debe ser capaz de identificar sus problemas, de solucionarlos y de marcar claramente sus estrategias de desarrollo. Insistimos, hay que tratar de fomentar el cambio en la estructura básica de Cantabria a nivel social. Y es inevitable pensar en la profundización de nuestro autogobierno como apoyo al cambio. La asunción de las competencias que aún faltan por traspasar y la aplicación de las ya asumidas con cierta coherencia, unido a la revitalización de nuestras señas de identidad, será la garantía de un progreso que se hace inevitable para no perder el sitio en el contexto internacional. Un parque, ya sea científico o tecnológico ayudará o será la solución. La dimensión del mismo –en un sentido amplio- irá en consonancia con la importancia que se  le pretenda otorgar en el contexto económico de la Comunidad que, esperemos, no sea simbólica. 


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