LIBRO: «ESCUDOS DE CANTABRIA»

Autora del libro: María del Carmen González Echegaray. 7 volúmenes, publicados entre 1969 y 2010.


Autor de la reseña: Diego Pedrajo Ceballos (Licenciado en Filosofía y Letras, socio de la Asociación ADIC).

Escudos de Cantabria es una de esas grandes obras que hoy serían prácticamente imposibles: el fruto de una vida dedicada a documentar (y divulgar) todo un aspecto del Patrimonio de una región. Un trabajo monumental.

Este catálogo enciclopédico (que no libro de lectura) es un documento de primer orden por muchos motivos, el principal de ellos porque da testimonio de uno de los patrimonios más amenazados en nuestra tierra: profundos cambios sociales y económicos han provocado la casi definitiva destrucción del mundo rural tradicional, al mismo tiempo que una desbordada especulación urbanística. Han sido estos dos contundentes mazazos que han hecho desaparecer por completo probablemente el 5 o el 10% del Patrimonio reflejado en esta obra (tanto los escudos nobiliarios en sí como, y sobre todo, las casas que los albergaban, un patrimonio no menos notable y al que están íntimamente ligados), y han conducido a una profunda remodelación del resto tanto en su aspecto exterior como interior (¡Cuántos muebles, vestimentas o herramientas y enseres tradicionales, o documentos familiares han acabado en la hoguera o en manos ajenas!) hasta hacer que muy pocas viviendas conserven ya su fisonomía y técnicas constructivas tradicionales.

Esto respecto a lo material, pero también, lógicamente, han cambiado las mentalidades, y ya apenas nadie tiene ese orgullo de hidalguía montañesa, un concepto que nos parece caduco y que ha repercutido en ver este Patrimonio como algo prescindible o en ocasiones incluso molesto. Pero la obra de Carmen González Echegaray nos permite ver que somos dueños de un legado artístico y monumental que refleja un conjunto iconográfico exuberante, plagado de animales mitológicos, figuras abstractas o representaciones naturales en ocasiones de un enorme barroquismo, de una calidad suprema, que reflejan valores de otro tiempo, y cuya elaboración fue posible solamente gracias a las riquezas obtenidas gracias al oro, la plata y el comercio con ultramar.

En Cantabria el escudo heráldico es una obra de arte omnipresente, a la vez abundante e integrada plenamente en los cascos urbanos de todas nuestras localidades. No solo se trata de las casonas de piedra, sino de esas esculturas barrocas en ocasiones llenas de fantasía. Quizá el mayor conjunto escultórico de tallas y relieves al aire libre de toda Europa (con permiso del legado de la Antigüedad Clásica). Ojalá el Gobierno de Cantabria tomara esta obra como base para su protección integral, como testimonio de una época, como activo turístico y cultural y como legado para el futuro.


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