EUGENIO GONZÁLEZ DÍAZ, "GENIO EL DE CAMIJANES": TONADISTA.
«EUGENIO GONZÁLEZ DÍAZ, "GENIO EL DE CAMIJANES", Tonadista»
Autor del texto: Fernando Gómez González (músico tradicional).
Imprescindible, e inconfundible, por esa nariz marcada que arroja un reflejo de
valentía y audacia, en su afán por defender uno de esos valores de los que él
hace gala…la familia. “es de la cornada de un toro que tuve” … nos explicaba
para resbalar la verdad de aquella pelea contra varios mozos, en la que
repartió “todo lo que pudo”, hasta que la cosa se calmó. Esa “raza”, es la
misma que saca al cantar, la misma que formaba corros de gente en la feria de
San Miguel, o en La Luz, en Liébana, cuando la voz se escuchaba por encima
de la gaita y le seguía una ovación de aplausos y de sonrisas. Algunos de los
que leerán estas líneas, presenciaron aquella especie de circo romano, en el
que los espectadores daban turnos a unos a y a otros, en una pelea de gallos
improvisada. No sé si como estrategia o no, pero Genio solía esperar y
sentenciar el último, arrancando a la gente un tremendo aplauso y tomándose
una pausa, para acercarse a beber otro chupito, como preparación para la
siguiente batalla.
Cuando el corro se deshacía un poco buscando la sombra del toldo o el alivio
del espacio, las personas que lo veían por primera vez, se sorprendía de la
tremenda voz que brotaba de esa persona tan bajita y tan descarada al cantar.
Y es que una voz impostada natural, sin conocimientos de música ni de canto,
era de las que brillaban antes, por su potencia y su equilibrio. Ese cante de
chigre y de taberna, nació de la tradición oral, y se nutrió de algunos romances
que traían escritos los ciegos, en unos cuartillos de papel; ese cante que él hizo
suyo, siendo un pastorcillo, mientras sin darse cuenta, silbaba aquellas
melodías detrás de las ovejas. Y cuando se hizo mayor para cuidar ovejas, se
fue a trabajar como tantos a la madera, o de cantero, o a segar… a Asturias, o
al País Vasco... pero siempre silbando la misma melodía, en aquellos corros
que dejaba atrás.
Y dejando atrás la juventud, se asentó en ese, su segundo nombre, el de
Camijanes.
Allí creó una familia y dejó un legado musical. En Camijanes (valle de
Herrerías), a sus 91 años, todavía canta y todavía pone los pelos de punta a
quienes se acercan a escucharlo.
Genio, como Benito o como Julián, se funde en esa escuela de grandes voces
que ha dado esta tierra; gente que aprendió de oído y que supo aprovechar ese
talento natural; gente que ha llevado la tradición musical cántabra por media
España.
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